Fasínder, el niño de la estepa

23 de abril de 2022 por Gemma N. Escarp

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Gemma N. Escarp

La quietud de Nesindre incomodaba al cazador y cada vez más, temía por su seguridad.

—Anciana Fensirán —pronunció quedamente al fin, lo que sacó a la mujer de su recuerdo con el nómada—. Va a coger frío con este viento. Deberíamos buscar un lugar más protegido o volver al resguardo de la tienda.

Ella en cambio, ni se inmutó. Siguió con la mirada puesta en el horizonte, sin mover ni un ápice, ninguno de los músculos de su viejo cuerpo, negándose a abandonar su puesto. Su silueta continuaba recortándose contra la línea de aquel solitario promontorio, en medio de ninguna parte y bien visible para cualquier criatura desde la planicie. A pesar de la curvatura de su espalda, ella continuaba siendo una persona imponente.

—Además —prosiguió Caendras con un tono un tanto exasperado, que trataba de contener por respeto—. No estamos en la mejor posición del mundo. Todos los animales carnívoros que hayan a la redonda, ya nos habrán olido y seguro que alguno nos está acechando desde los matorrales secos de ahí abajo, esperando su oportunidad. A decir verdad, he localizado a un nefí y a un par de libabaes. Son de tamaño pequeño por eso, aún no se han atrevido a atacarnos. Pero los grandes no tardarán en aparecer.

—No importa —se dignó a contestar finalmente la Anciana—. En estos momentos lo que pueda ocurrir ya no importa.

El avezado hombre carraspeó incómodo, se le evidenció en la cara una altanera respuesta que no pensaba dar y comprobando que aquella testaruda mujer no iba a cambiar de opinión, optó por empezar a construir una barrera de vegetación seca alrededor de ellos. Llegado el momento, y si la situación lo requería, le prendería fuego. Pero esperaba no tener que usar aquella treta para asustar a las bestias merodeadoras. Corrían el riesgo de que con aquel viento y con aquella sequedad de la tierra de, con semejante imprudencia, quemar la comarca entera.

Nesindre, al ver lo que se proponía a hacer, recapacitó.

—Está bien, volvamos a la tienda. Pero igualmente, mantendré mi vigilancia fuera, después de comer un poco y recuperar fuerzas.

El cazador suspiró tranquilizado, al menos allí estarían protegidos. Ya se había encargado él de cavar un hoyo y cubrir las telas con tierra para tratar de camuflarlas. De todas formas, tenía que confesar que aquella veterana guerrera, que se había convertido en la Anciana de su agreste comarca, lo intimidaba. Aún podía distinguir en su postura, las antiguas batallas vividas y no podía hacer otra cosa que admitir que le causaba una admiración tremenda, a pesar de que le exasperase que no tomase en cuenta ninguna de sus advertencias. Era evidente que era inmune a la manipulación y muy fiel a su propio parecer. Ser una exitosa líder, era doble trabajo para una mujer en aquellas latitudes. Así que no sería él, no, no, el que pusiese en duda su valía. Además todo el antiguo linaje de Nesindre era muy venerado en Las Praderas.

—Saldrá. El nómada dijo que en esta temporada y sobre esta hora se lo ve cazar —aseguró finalmente la mujer mientras se giraba, dirigiéndose al interior de la tienda.

Caendras la siguió visiblemente aliviado.

Una vez en el interior, el avispado cazador seguía observando con ojo crítico a la anciana que permanecía sentada en un mullido butacón fabricado con pieles. Lo había mandado llamar especialmente a su reservado, para que la acompañase durante la comida y ahora el cazador, se encontraba dentro de una de aquellas típicas tiendas recias y fastuosas, de techos ondulados, propias de las gentes de la capital. La observaba masticar la carne ahumada y mirar concentrada la consola de exploración.

—Pero… si me permite la pregunta —se atrevió a sugerir tras pasar un rato envuelto en aquel silencio—. ¿Quién es en realidad ese niño al que buscamos?

—No lo sé aún —explicó la Anciana—. Al menos con total seguridad. Aunque tengo mis suposiciones e informaciones. Al parecer últimamente, vive por esta zona. No hace mucho que lo vieron por esta parte de la estepa corriendo desnudo tras un gromon. Lo extraordinario fue, que la terrible bestia le tenía miedo a él y no al contrario.

—¿Un gromon? No puede ser… Es apenas un crio. Esos animales lo devastan todo a su paso. Seres vivos, plantas, hasta el mismo suelo con sus poderosos hocicos repletos de cuernos. No temen a nada, ni a nadie.

—Pues por eso mismo. Empieza a calcular el valor que tiene ese muchachito para los túrtenos.

El cazador meditó durante unos escasos segundos antes de contestar.

—Por lo que cuenta, su excelencia, claramente es un salvaje. Y a los salvajes no se les puede inculcar disciplina. No servirá para sus propósitos. Hacer de él un guerrero, será imposible.

—Si mis sospechas se confirman, servirá —le replicó ella convencida—. Además, me encargaré personalmente de su formación.

Caendras la estudió entonces con más atención, escrutando hasta la última arruga de su ajado rostro. Intuía que tras aquella seguridad, había algo más. Desde luego que lo había. Algo que aún no le había contado. Él también empezaba a sacar sus propias sospechas y conclusiones. ¿Quién no había escuchado la historia? Pero hacía años de aquello y creía que ya estaba todo olvidado. Siguió observando cómo la excelsa Anciana de Las Praderas estudiaba con tesón el terreno a través de la consola portátil, escudriñando cuadrante por cuadrante, mientras continuaba masticando lentamente el trozo de carne e intentaba discernir por dónde aparecería su tan ansiado trofeo.

—Perdone que me inmiscuya de nuevo pero —insistió Caendras—… ¿En qué se basa para afirmar algo así?

Nesindre sin apartar la vista de la pantalla le contestó, pero algo en su postura le sugirió que esta vez, que su intromisión la había incomodado.

—En que me dijeron que su pelo tenía un mechón rojo como el fuego, que le nacía justo desde la frente.

El cazador se asombró. Entonces comprendió. Pues claro que era la historia. Además conocía a la familia de esa historia… Fueron los mejores túrtenos que jamás tuvo su región. Hasta que desaparecieron todos juntos, en una aciaga noche oscura, perdidos por el interior de la zona más peligrosa de su mundo… Acabaron encontrando sus cuerpos mutilados, secos, consumidos…, todos menos el de un pequeño, al que nunca se le volvió a ver.

—No es posible… ¿Cuánto ha pasado desde aquello? ¿Cinco años? ¿Seis? —preguntó Caendras asombrado.

—Siete. Y si no me equivoco, el muchacho no tendrá ahora, más de doce años.

Se escuchó un silbido procedente del cazador.

—Tan pequeño… ¿Cómo ha podido sobrevivir todo este tiempo en la estepa?

—¿Te das cuenta de su valor ahora? No es uno de los nómadas de la tundra. Ha crecido por completo solo… Aquí… En este paraje devastado sin ayuda alguna. Ni siquiera se ha acercado nunca, a la parte fértil de nuestra tierra. Tampoco ha contactado jamás, con otro ser humano.

—Pero ni siquiera yo me aventuro, y menos solo, en esta zona. Está repleto de fieras y a saber qué más.

Entonces la anciana se giró y lo miró. Profundamente. El cazador pudo comprobar cómo le brillaban los ojos. La intensidad era tal, que sintió que se le conmovía el alma.

—Él es, con total seguridad Fasínder —prosiguió la Anciana—, mi nieto, hijo de mi único hijo y hay que sacarlo de aquí como sea. De inmediato. Su valor no tiene precio. Rescatarlo sería para mí, volver a respirar de nuevo.

El cazador acabó por claudicar. Observó el cabello de la Anciana. Ahora la melena blanca de Nesindre, no dejaba ver ya, su propio mechón rojo fuego. Pero él sabía que alguna vez lo había lucido como marca inconfundible de su estirpe. 

—Desde luego su ancianidad. Haré todo lo que esté en mi mano para recuperarlo y traérselo de nuevo.

—Eres el mejor entre los tuyos. Lo sé. Demuéstrame que no me he equivocado escogiéndote.

Caendras asintió, mientras se preguntaba si sus habilidades estarían verdaderamente a la altura, de los requisitos de tan distinguida familia. Fama tenían de ser imbatibles.

2/3

Comentarios

  1. Montse dice:

    Me encanta y quiero más, con tal descripción te lleva allí a esa estepa .Muchas gracias corazón felicidades

  2. Isabel dice:

    Felicitats! Atrapa la història i deixa amb ganes de seguir, gràcies per compartir-la

  3. Pack Oh! dice:

    Estupendo relato, aunque juego con algo de ventaja al “conocer” al muchacho.

  4. Mònica dice:

    Moltes felicitats Gemma, m’he quedat amb les ganes de més…

  5. Miri dice:

    Me encantaaaaaaaa!!!!!!!! ¡Quiero más! Te imaginas rápidamente a los personajes y a todo su entorno. Te dejo que sigo con más 😉😘

  6. Pearlene Soule dice:

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    El texto es una hermosa obra literaria que cautiva con su riqueza descriptiva y el carácter apasionado de la protagonista. La escritura es tan vívida que casi podemos sentir el viento agitando la capa y el polvo. La historia nos sumerge en un mundo de misterio y aventura, y la determinación de la Anciana Nesindre nos invita a reflexionar sobre la importancia de seguir nuestros sueños sin importar la edad. Un relato que atrapa la imaginación y promete una emocionante travesía literaria.

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