Me llamo Ornuac y soy anacoreta peregrino de la orden Rúm·edar de Urneo, de visita a las ciudades hermanas de Syrq.
A las faldas de este monte sagrado, de Bánun Urnamé, describo lo que mis ojos han visto y vivido.
No queda nada de la Bella Azul. No hay ni rastro de sus protectores. Y sobre sus templos… ¿Qué decir de ellos?. Únicamente mencionar, que han sido profanados hasta sus bordes.
¿Por qué hemos recibido pues, otras nuevas durante años? Esto no es lo que esperaba ver. Esto no es lo que creía saber.
¿Por qué este cruel destino? ¿Dónde está Syrq·eemont Gaya?
Bella Azul del Norte… ¿Qué te ha ocurrido?
Ninguno de sus habitantes recuerda ya su función. Dudo hasta de que por sus venas, la sangre antigua se mueva. Su fértil tierra se ha corrompido. Su pura agua de verde se ha teñido. Su aire empieza a ser otro.
Malghama los está devorando, sumiéndolos en las tinieblas.
Sé que estoy en la capital hermana, porque en su nombre todavía se puede leer, un último vestigio de Syrq. Su sonoridad ha sido transformada y de ese indescifrable lamento, otra ciudad se ha erigido. Un esperpento pronunciarlo. Tan aterrador resulta… Tan vacío de esperanza…
Estoy seguro de que es ella, por sus tejados azules a cuatro aguas y por sus templos de onakrita coronados de kum. Ahora derruidos. Ahora saqueados. Ahora profanados.
¿Cuántos siglos lleva bajo el manto del olvido? ¿Por qué no hemos podido ayudarla? ¿Qué retorcidos sortilegios han sido pronunciados, para provocarnos la invidencia sobre sus muros ornamentados?
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Siento que me persiguen…
Entrada publicada originalmente el 12 de junio de 2022 @ 13:08
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