Me encanta leer relatos antiguos de ciencia ficción y terror, sobre todo los de los años 50-60. La ficción es un reflejo de su tiempo y adentrarse en las líneas de un autor de otro tiempo es también un ejercicio histórico interesante.
Esa década en concreto, época de dominación americana desde se nos vendía, desde el país del tío Sam, un estilo de vida, american way of life, en el que los hombres trabajaban en la gran ciudad, pero residían en urbanizaciones donde les esperaban mujeres sumisas y complacientes, un par de niños y, habitualmente también, un perro. Estás idílicas suburbias americanas que, a diferencia de los suburbios europeos, se reservaban para blancos, anglosajones de clase media, escondían debajo mucha frustración y violencia reprimida y han dado lugar a miles de películas y relatos.
En algunos de ellos, el enemigo se disfraza de monstruo o alienígena, pero en otros podemos observar la obsesión en la búsqueda de enemigos infiltrados entre los “nuestros”.
La sospecha sobre la persona que tenemos al lado crece y se instala en las mentes de los más inseguros. En una época de caza de brujas (era Mc.Carthy o macarthismo), todos podían ser espías comunistas, incluso nuestro querido y simpático vecino.
Este tema se ve reflejado de forma brillante en los relatos que Red Serling escribió para el fantástico programa Twilightzone (1959-1964), aquí conocido como dimensión desconocida.
De los relatos destaco en especial uno: “El refugio” que da lugar a un capítulo de la serie llamado “The shelter”(1961).
En este relato, Serling nos sitúa en una urbanización de clase media acomodada de esa época. La urbanización es tranquila y todos son buenos amigos y vecinos. Son tan amigos que organizan encuentros donde los hombres fraternizan, las mujeres cocinan y los niños juegan…
El Doctor Bill Stockton celebra con sus queridos vecinos su cumpleaños. Todo es idílico hasta que por radio anuncian que han visto algo raro en el cielo. Recordemos que es la época del inicio de la guerra fría y también la era dorada de los avistamientos de ovnis. Ante la posibilidad de un ataque nuclear extraterrestre, los megáfonos de las calles recomiendan esconderse y no salir de casa. Tras este primer aviso, la radio se corta y los vecinos pierden el contacto con las autoridades. A partir de esta noticia, se desata el pánico. Los rumores van creciendo y aparece entre los vecinos el convencimiento de que se trata de un ataque alienígena con armamento nuclear y que aquel que no sé refugie en un búnker morirá. Cada uno huye con sus familias y se prepara para lo inevitable. Imaginan lo que vendrá y hacen acopio de comida y víveres entre los que tienen guardado en casa, desesperados porque no hay tiempo para comprar más.
El Doctor Bill Stockton es el único de toda la zona que tiene un refugio construido, a pesar de que había insistido a todos sus vecinos para que le imitaran ante la posibilidad de un ataque nuclear. Es el único también que dispone de comida y agua para que su familia sobreviva tres meses.
La rabia, la envidia, pero sobre todo los miedos ante la inminente muerte desataran el caos. Los pacíficos vecinos de toda la vida, se convertirán en enemigos. Serán un turba asustada y violenta. El raciocinio muere, la emoción manda. Los vecinos dominados por el miedo intentarán entrar en el refugio a toda costa, caiga quien caiga.
Porque en este relato no hay alienígena que nos invada o ejército comunista que nos someta. Aquí el enemigo vive en la puerta de al lado y, lo que es más terrorífico, es como nosotros.
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