Dahmer. El monstruo de Milwaukee

27 marzo, 2025 por Luis Manuel Nieto

Pronunciar el nombre de Jeffrey Dahmer es sinónimo de la palabra MONSTRUO en mayúsculas. Y digo en mayúsculas porque es difícil describir a este asesino en serie. No sabríamos decir si estuvo más cerca de la psicopatía o de la sociopatía, aunque yo me inclino más por la psicopatía, pero lo que si estuvo claro es que Dahmer fue un monstruo en toda regla; sin parecer tener un ápice de sentimientos o remordimientos. Fue capaz de manipular a su antojo a sus víctimas, y no solo eso, también fue capaz de eludir varias veces y con éxito a la propia policía.

¿Cómo es posible que por entonces varias patrullas del departamento policial no fuesen capaces de dar con los actos delictivos que estaba llevando a cabo?

Ni siquiera las denuncias de gritos en mitad de la noche de los vecinos, ni tampoco el observar con sus propios ojos a una de sus víctimas sin ser capaz de mantenerse en pie por si mismo, pero de esto hablaremos más adelante.

Dahmer no tuvo una infancia lo que se dice dura, y es ahí donde choca para cualquier experto en asesinos seriales su sed de matar; tuvo lo que se dice una buena infancia o al menos esa es la información oficial que se conoce, sin abusos sexuales ni maltrato por parte de sus padres o compañeros de clase, lo que no viene siendo habitual en estos casos, pero he aquí donde yo quisiera entrar como estudioso y aficionado sobre este tipo de casos.

Quizás Dahmer, al igual que otros sociópatas o psicópatas no les hace falta que haya ningún tipo de trauma en su infancia o en su vida que les haga despertar ese ansia de matar. Probablemente este ya venga de serie en su cerebro al nacer, y que incluso hasta que no se encienda en su propia mente no se ven capaces de cometer ninguna acción que les lleve al crimen. Dicho de otro modo, ese mal nace con ellos.

Siempre se ha dicho que este tipo de personas tienden a expresar su rabia, dolor y miedo de traumas pasados que les hayan marcado, convirtiéndose en seres capaces de asesinar a sangre fría, pero con Dahmer se equivocan, dando la razón a todos aquellos quienes como yo, creemos que ya nacen siendo monstruos, y con el tiempo finalmente se dejan ver como lo que son, mostrando su verdadera cara. Y he aquí un ejemplo, Dahmer.

Como he mencionado anteriormente, Dahmer no pareció tener ningún trauma en su infancia, de hecho, ni siquiera los profesores vieron lo que se dice un comportamiento extraño en él, pero si es cierto que comenzaron a notarle un tanto distinto a la edad de diez años, cuando entonces a su madre la diagnosticaron una enfermedad mental, y su padre pasaba cada vez menos tiempo en casa. Según nos dio a entender la famosa serie de Netflix, en la que Evan Peters hace un papel tan majestuoso como duro, Dahmer parecía haber sentido siempre curiosidad por diseccionar animales muertos, aprovechando así los animales que se iba encontrando a causa de algún atropello cerca de su domicilio.

Quizás a esta edad ya estaba comenzando a sentir la llamada de ese asesino que se ocultaba en su interior, incluso usando ácido para conseguir diluir los tejidos blandos de los cuerpos de los animales para poder extraer los huesos, algo que después más adelante lo aplicaría a sus víctimas.

Evan Peters | Netflix

Más adelante, cerca de estar a punto de graduarse, esto coincidió con la separación de sus padres, lo que quizás le llevó a un estado aun más de abandono respecto a su situación familiar, lo que pudo llevarle a sentirse solo e incapaz de ser comprendido con todas esas ideas que probablemente estaban comenzando a nacer dentro de su mente. Se podría decir que fue el comienzo de ese monstruo que hoy en día por desgracia casi todos conocemos.

A la edad de 18 años fue cuando cometió su primer crimen. El nombre de su primera víctima y el primer desafortunado en cruzarse en su camino fue Steven Hicks, con tan solo 18 años; este se dirigía a un concierto cerca de donde parecía vivir Dahmer. Mencionar que este último también tenía la misma edad que su víctima. Dahmer coincidió con Steven cuando le vio a través de su coche, y ofreciéndole llevarle al concierto, pero de algún modo se ganó su confianza parando primeramente por el domicilio de Dahmer.

Allí tomaron algo mientras charlaban, pero Steven no paraba de hablar del concierto y de las ganas y la prisa que tenía por llegar, lo que hizo que Dahmer perdiese la compostura y los nervios estampándole hasta en dos ocasiones en la cabeza una pesa con la que solía ejercitarse, acabando así con su vida.

Con Steven, la primera vez que llevó a cabo ese ritual que en un principio tan solo hacía con los animales muertos; el de desmembrar sus cuerpos para diluir después las partes en ácido y almacenar así los huesos de sus víctimas, creando una colección única y escalofriante. En cuanto a Steven, decidió quedarse con la cabeza, para según él, poder vislumbrarla cuantas veces quisiera en su soledad. Este proceso lo repetiría con el resto de sus víctimas, quizás a modo de trofeo.

La cosa parece que iba a quedar ahí, ya que tras unos años no se supo de ningún crimen perpetrado o que se le sumase a su largo historial, pero tras abandonar la universidad, en la cual fue expulsado por sus malos resultados y el poco interés que tenía en acudir a clases, fue enviado por su propio padre al ejército, pero allí tampoco encajaría, sobre todo por problemas con el alcohol.

La casa de la abuela de Dahmer

Hasta llegar al año 1981, donde decidió irse a vivir con su abuela, y donde comenzó a tener sus primeros encuentros sexuales con otros hombres, los cuales conocía de sus salidas nocturnas por bares y clubs de ambiente, pero no sería hasta el año 1987 cuando se supo de su siguiente crimen.

En noviembre de 1987 Steven Toumi de tan solo 25 años perdió la vida a manos de este monstruo. Le invitó a la habitación de un hotel después de flirtear con él, y según Dahmer, despertó a la mañana siguiente sin saber como había acabado con su vida, lo que probablemente se encontrase bajos los efectos del alcohol y se dejase llevar por su instinto. Al menos así fue como lo confesó. A partir de ese momento, su modus operandi se vería repetido una y otra vez de la misma manera, conociendo a sus siguientes víctimas en lugares de ambiente para después camelarlos hasta llevarlos a casa de su propia abuela y acabar con sus vidas.

Pero aquí no acabó la cosa, ya que su abuela finalmente terminó por echarle de su casa al ver esa doble vida que llevaba sobre todo por la noche, y trayendo desconocidos a su casa, por lo que Dahmer se vio obligado a alquilar un pequeño piso en Milwaukee, donde seguiría cometiendo nuevos crímenes, drogando a sus víctimas para después acabar con ellas. Y no solo conseguía a sus víctimas eligiéndolas en un bar o lugar de alterne, sino que también por lo que se sabe ofrecía dinero para que estos posasen desnudos delante de él.

Cada vez que acababa con la vida de alguno de ellos, este proseguía con una misma rutina, la de desmembrar los cuerpos para después guardar las partes de estos en su nevera o incluso llegando a sumergirlos en soluciones salinas.

Era tales sus costumbres después de asesinarlos que se podría decir que su mente era completamente enfermiza, sin saber muy bien hasta donde llegaba esa locura o placer de conservar las partes de los cuerpos y sus cabezas. Y como bien comenté anteriormente, durante esos cinco años, ni siquiera los ruidos que podían escucharse salir de su piso, ni tampoco el olor a putrefacción o el fuerte hedor que se pudiese llegar a oler hizo que saltase la alarma para el departamento policial, y ni mucho menos las constantes quejas de sus vecinos. Con esto quisiera remarcar que la labor de la policía por entonces no fue bastante eficiente, permitiendo que Dahmer pudiese seguir con su ansia de matar.

Pero en 1992 acabaría esta pesadilla, cuando Tracy Edwards consiguió escapar de las garras de este monstruo que solía acabar con sus víctimas a sangre fría. Tracy contaba con 32 años cuando Dahmer le convenció para que le acompañase a su casa ofreciéndole una cantidad de dinero para poder fotografiarle, pero este una vez en el piso de Dahmer pudo cerciorarse de lo que allí sucedía consiguiendo escapar del piso, y para su suerte pudo relatarle a dos agentes de policía lo sucedido, siendo al fin cuando acudieron al piso y comprobaron lo que allí había, aunque lo que realmente observaron para decidir detenerle fue el dar con unas fotografías en su poder de cuerpos desmembrados.

Después de ser arrestado, pudieron encontrar en su piso un barril que contenía restos de partes de cuerpos de sus víctimas disueltos en acido, aunque lo peor estaba por venir, cuando dieron con al menos cuatro cabezas de sus víctimas. La escena fue tan dantesca que seguramente diese la vuelta al mundo por entonces.

El propio Dahmer se declaró culpable de al menos once muertes, aunque seguramente  fuesen más, pero lo que más llamó la atención fue escuchar de su propia voz como reconoció el haber practicado canibalismo y actos de necrofilia con los cuerpos. El juicio fue corto e intenso, y sobre sus hombros cayeron 15 cadenas perpetuas, una por cada crimen cometido según las pruebas encontradas, al menos que se supiese.

Tras el juicio, donde los familiares de las víctimas cargaron duramente contra él mientras estaba en el estrado, y sin mostrar ningún tipo de arrepentimiento en su rostro, ni de sentimientos ni nada que se le pareciese, mostrándose frio como el hielo, fue cuando se pudo demostrar que estábamos ante un monstruo descomunal, como nunca antes se había podido ver, al menos a través de los medios.

Mientras estoy escribiendo esto he de reconocer que siento escalofríos cuando hablo de Dahmer, porque nunca se llegó a saber qué motivos tenía para acabar de esa manera con todas sus víctimas. Estamos ante lo que fue un psicópata en toda regla, incapaz de mostrar empatía alguna, ya que ni siquiera fingía ante la sociedad.

Finalmente, acabó en la prisión de Ohio, donde tras dos años en prisión lo hallaron muerto tras ser atacado brutalmente por un compañero de la misma prisión. Quizás, de algún modo, se puede decir que Dahmer esperaba con ansia ese momento, el de su final, ya que ni siquiera él fuese capaz de aceptarse tal y como era.

Dahmer el monstruo de Milwaukee

Quisiera mencionar que tras su muerte, se quiso investigar a través de su cerebro si pudieron existir factores biológicos que le hubiesen llevado a cometer ese tipo de actos y que le hubiesen llevado a ser un psicópata. Aquí he de aclarar que la madre de Dahmer estaba de acuerdo en que se investigase y examinase el cerebro de su hijo, pero el padre se mostró reacio a ello, sugiriendo que debían incinerarlo con el cuerpo, al completo. Finalmente, fue un juez quien dictaminó que el cerebro de Dahmer fuese incinerado. Para mi opinión, diré que el acto de dicho juez me pareció desacertado, ya que creo que habría que estudiar en los cerebros y las mentes de estos monstruos para poder hallar una respuesta que hoy en día se nos sigue escapando. Es como si realmente no quisiesen que avanzásemos en lo referente a la psicopatía y sociopatía; ahí lo dejo.

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Luis Manuel Nieto
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