Enric miró los precios por segunda vez y torció el gesto. Las rebajas prometidas eran una farsa. Valían lo mismo que la semana anterior. Empezaba a pensar que lo de las ofertas del viernes negro era una estafa.
Aun así, puso dos de las más baratas en el carrito de la tienda virtual con la esperanza de durante esa semana bajaran algo más de precio. Era consciente de que con su sueldo de maestro no se podía permitir pagar ese dineral y pretender comer después.
Iba a dejarlo ya, pero de repente, el programa le empezó a bombardear con ofertas parecidas. “No te quedes sin la tuya”, “Las mejores están a tu alcance” “No te lo pienses demasiado”, “no te arrepentirás”, “Solo nos quedan tres”, “Serás el único en no tener una…”. El algoritmo atacaba de nuevo. Seguir Leyendo