San Valentín es esa fecha en la que el amor se adorna con flores, cenas románticas y promesas de felicidad eterna. Es el día en que las parejas celebran su conexión y los solteros buscan a su alma gemela en citas que podrían cambiar sus vidas. Pero, ¿qué pasa cuando la búsqueda del amor se convierte en un siniestro engaño?
Suelen decir que en el amor todo vale, pero es cierto que hay algunos que lo llevan más allá; como diría o más bien cantaría el bueno de Ville Valo, vocalista del grupo HIM, “join me in death”, o lo que es lo mismo, únete a mí en la muerte.
Aquí es hasta donde quiero llegar en este artículo: hay personas que serían capaces de asesinar con tal de demostrar ese amor llevándolo hasta cotas insospechadas, véase el caso de Ramón Laso, allá por 1988, quien por amor decidió acabar con la vida de su esposa y su hijo. Tan solo sería condenado a ocho años de prisión, por lo que una vez volvió a conocer a una mujer especial en su vida, nuevamente acabó con ella.
También está el famoso caso de Paul Bernardo y Karla Homolka, una pareja de enamorados que tras esas miradas inocentes, se escondía algo mucho más turbio y oscuro. Ambos llevaron a cabo varios asesinatos por los suburbios de Canadá, llegando a dejar tras ellos una verdadera ola de crímenes; aquella fue su manera de demostrar su amor al mundo…
Pero hoy quisiera centrarme en un caso que llamó la atención, y no solo por la frialdad de este asesino en serie a la hora de acabar con sus víctimas, sino por su manera de engañarlas haciéndose pasar por fotógrafo profesional y ganarse su confianza a base de piropos, aparte también del uso de su curioso atractivo. Se le llegó a conocer como “El asesino del juego de citas”, ya que tras cometer varios asesinatos, entre ellos el de una joven de 12 años, se mostró decidido a participar en un concurso de televisión de citas a ciegas, donde de ese modo conocería a su próxima víctima.

Huntington Beach Police Department (1979) ABC News
Pero antes de llegar a este punto debemos repasar su historial de crímenes. Rodney Alcalá, como así se llamaba este frío psicópata, comenzó con su primera muerte, o al menos la que se le conoce como primera, sobre el año 1971. Su manera de acercarse a las jóvenes con las que coincidía por la calle era el de hacerse pasar por fotógrafo profesional, dedicándoles ciertos cumplidos para después prometerlas que podrían llegar a ser modelos.
Lo peor de todo esto era ver la facilidad con la que las chicas podían llegar a confiar en un desconocido, pero los cantos de sirena quizás las embaucaran no viendo el peligro que podría existir detrás de todo aquel telón que el propio Alcalá mantuvo cerrado para que no viesen su verdadera identidad.
Tan solo pudieron inculparlo por ocho muertes, en las que el propio Alcalá se declaró culpable, aunque se estima que la cifra podría ascender a la escalofriante cantidad de 100 asesinatos, entre ellos, los de varias niñas. Lo más impactante de este caso es cómo un asesino en serie como él fue capaz de mostrarse tan frío, hasta el punto de presentarse en un programa de citas en directo, donde todo el mundo podía ver su rostro.
Con lo que él no contaba es que alguien entre el público lo reconocería: una joven que por lo visto fue capaz de escapar de las garras de este maníaco homicida, aunque a decir verdad, por lo que se sabe, es que los responsables de dicho programa y el vigilante en cuestión hicieron caso omiso de este detalle, o al menos eso es lo que se puede saber; que fuese cierto o no, es otro tema, al menos en la película que llegó el año pasado a la plataforma de Netflix se comenta este detalle.

“El asesino del juego de citas” película de Anna Kendrick (2023)
Alcalá apareció en el programa junto a otros dos hombres, los cuales debían enamorar a la joven soltera que se sentaba al otro lado, y la cual debía realizar varias preguntas a cada uno para ver con quien decidir quedarse al final del programa. Se trataba de una cita a ciegas, donde ni ella podía ver los rostros de los pretendientes, ni tampoco ellos podían ver la figura de la susodicha. Según fue transcurriendo el programa se dice que pudo haber ciertas diferencias entre Alcalá y los otros dos pretendientes, viéndose realmente su verdadero temperamento, aunque este parecía pasar inadvertido para el resto, ya que Alcalá parecía dejar este juego de intimidación entre bastidores.
La joven que había acudido al programa para buscar el amor se llamaba Cheryl Bradshaw; ella finalmente se decidió por Alcalá tras las respuestas que le había dado en las preguntas que ella le hizo, y sobre todo porque quizás su voz le pareció encantadora a la vez que le pudo dar esa seguridad o confianza, pero nada más lejos de la realidad, estaba eligiendo a un potente criminal, algo que tanto ella como los que estaban en el programa desconocían.
Por suerte para Cheryl, tras una distendida charla fuera de las cámaras con Alcalá pudo notar que algo turbio y oscuro existía tras dicho personaje, lo que hizo que ella no quisiese seguir conociéndole, algo que de algún modo le salvó la vida. En palabras de la propia Cheryl, dijo que le había resultado espeluznante; y que razón llevaba. Quien le iba a decir a Cheryl que tras buscar el amor pudo tener delante de sus ojos al propio mal.
Tras aquel programa de citas, Alcalá prosiguió con su rutina, hasta que conoció a Monique Hoyt de tan solo quince años en el año 1979, a quien volvió a engañar haciéndose pasar por fotógrafo, y a la cual se dispuso a fotografiarla en una zona montañosa y aislada, donde aprovecharía para violarla. No solo la violó y la maltrató, también la dejó inconsciente.
Monique, al volver en sí y darse cuenta de lo sucedido, no quiso tentar a la suerte e intentó hacerle ver a Alcalá que no estaba ni enfadada ni molesta por lo sucedido, haciéndole creer que realmente quería tener una relación con él, algo que llegó a creerse, siendo esto lo que le costaría más adelante su propia libertad, ya que tras volver en coche juntos decidieron parar en una gasolinera, donde Alcalá acudió al baño, lo que hizo que Monique aprovechase para huir y de algún modo dar la alarma sobre semejante monstruo. Sin embargo, decir que tras ser arrestado, su propia madre pagó la fianza dejándolo en libertad a pesar de la denuncia interpuesta por la propia Monique.
Pero quedaría poco para que este monstruo fuese finalmente detenido, tras la desaparición de una niña de tan solo doce años, Robin Christine Samsoe; dicha joven, fue también víctima de Alcalá quien la propuso posar en la playa junto a sus amigos. Sus amigos y testigos de lo ocurrido durante la playa fueron quienes describieron al hombre que les pidió posar coincidiendo con los rasgos de Alcalá, y quien seguramente acabó con la vida de Robin en una zona montañosa cercana a la playa. Tras esto, las autoridades decidieron detenerle, pero sobre todo fue gracias a un oficial de libertad condicional que identificó al agresor. He aquí donde acabaría su largo recorrido de asesinatos.
Durante más de treinta años el caso de Rodney Alcalá fue procesado y reprocesado, donde consiguió apelar a dos condenas de muerte, hasta que al fin en 2010 fue condenado por ello. En 2021, cuando ya iba a ser ejecutado murió en el corredor de la muerte por supuestas causas naturales. Pero he aquí una pregunta que quisiera lanzar: ¿por qué esperó la ley tantos años para procesar y ejecutar a un monstruo como fue Rodney Alcalá?
Hasta aquí este artículo especial de San Valentín, donde incluso en un día donde el amor debe premiar por encima de todo, también hay espacio para ese tipo de hombres que llevan más allá sus sentimientos; como diría la canción de HIM, “Únete a mí en la muerte.”
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