OFERTA (Un relato de Terror distópico por Susana Torres)

29 octubre, 2024 por Susana Torres Cabeza

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Terror distópico Equilibria - TerrorEnric miró los precios por segunda vez y torció el gesto. Las rebajas prometidas eran una farsa. Valían lo mismo que la semana anterior. Empezaba a pensar que lo de las ofertas del viernes negro era una estafa.

Aun así, puso dos de las más baratas en el carrito de la tienda virtual con la esperanza de durante esa semana bajaran algo más de precio. Era consciente de que con su sueldo de maestro no se podía permitir pagar ese dineral y pretender comer después.

Iba a dejarlo ya, pero de repente, el programa le empezó a bombardear con ofertas parecidas. “No te quedes sin la tuya”, “Las mejores están a tu alcance” “No te lo pienses demasiado”, “no te arrepentirás”, “Solo nos quedan tres”, “Serás el único en no tener una…”. El algoritmo atacaba de nuevo.

Cerró el portátil de un golpe. Los dientes le chirriaban. No le gustaba que intentaran manipularle. Lo peor de todo es que sentía que el sistema tenía razón. La envidia le corroía. Todos en el grupo habían adquirido una ya y las paseaban sin pudor por su vida.  Todos agarraban por la cintura a sus recientes novias de labios rojos hinchados con botox y tetas falsas. Marcos había conseguido una chica joven y rubia, de ojos exóticos, con la que incluso había formado ya una familia. Fermín se había hipotecado por una bella muchacha de piel morena. Ya nunca podía quedar para ir al cine, pero en las fotos siempre sonreía y la agarraba bien fuerte. Esteban no había tenido tanta suerte. La suya era vieja, la había heredado de un tío suyo que había muerto, pero al fin y al cabo tenía una. Hasta él le había superado.

Enric no tenía familiares a punto de morir ni la mitad del dinero ahorrado. Tampoco tenía ningún aval para hipotecarse. Tanto trabajar en la vida de qué le había servido, se preguntó.

Se metió la mano al bolsillo y sacó un papel. Era una publicidad de una página pirata que le habían dado por la calle. En él había algunas chicas de oferta que quizá podría pagar a plazos. Había oído que había páginas que traficaban con mujeres secuestradas, chicas que escapaban, mujeres devueltas, heridas o maltratadas. No le gustaba mucho la idea, pero era eso o nada, pensó.

Entró en la página: www. Blackpagewoman.com. Hasta el nombre era sórdido.

Miró el catálogo. Había una pelirroja que estaba a mitad de precio. Le faltaba un ojo, el anterior comprador se lo había sacado por desobedecerle, avisaba la web.

El corazón le atronó. Era su oportunidad. Que importaba que solo tuviera un ojo o que tuviera un trauma. “Ahora o nunca”. Aunque tuviera que estar un mes comiendo barritas congeladas, pensó.

Le dio a comprar.

—¡Enhorabuena! —le dijo la voz artificial de su gestora de compras —ha seleccionado una buena compañía. Es usted propietario de Esther. La mujer le llegará en una semana, en cuanto grabemos su nombre en la espalda.

Enric miró la pantalla, perplejo.

—¿Mi nombre grabado en su espalda? ¿Es eso necesario?

—Es una simple formalidad legal, señor. Nuestros productos pueden ser algo defectuosos y, a veces, se rebelan contra los dueños. Hacemos esto para evitar que la chica reacondicionada pueda escapar o que otra persona la encuentre y se la quede. ¿Prefiere devolver la compra? Hasta el marcaje estaría usted a tiempo.

La duda le duró cinco segundos. Que más daba, al fin y al cabo, solo era una mujer. No sentían el dolor como los hombres, decían.

—No, no—respondió. —Lo siento. Solo estoy impaciente.

El ordenador no respondió, pero el pedido pasó a la bandeja de confirmado y pendiente de envío.

Enric se levantó de un brinco. Quería contárselo a todo el mundo. Era oficial, tenía novia.

 

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Susana Torres Cabeza
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Comentarios

  1. Rafa García dice:

    Impresionante cómo una historia tan corta puede decir tanto. La presión social y la deshumanización a la que estamos constantemente expuestos está súper bien planteado. ¡Buenísimo!

  2. Cuando menos resulta sorprendente… y dura.

  3. Eduardo Mora dice:

    ¡Me encantaría compartir este post en mis redes sociales! La frase tiene un aire intrigante que seguramente captará la atención de mis seguidores.

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