Crónica | Salón del Manga de Barcelona – 31ª edición

10 diciembre, 2025 por Rafa García

Cuando el engranaje funciona (casi) como un reloj

Llegar al Salón del Manga de Barcelona implica abrirse paso entre mochilas cargadas, acreditaciones colgando del cuello y conversaciones que se cruzan antes incluso de ver la entrada. Hay algo de ritual colectivo en ese instante previo: una mezcla de nervio, expectativa y esa ilusión compartida que se palpa en el ambiente. En esta 31ª edición, celebrada en Fira Barcelona Gran Vía, la primera sorpresa llegó rápido: no había colas… al menos en el momento de nuestra llegada.

Eso no significa que no las hubiera. Las hubo, y largas, a primera hora. Algo que parece ya parte del ADN del evento: el deseo casi competitivo de entrar en cuanto se abren las puertas para exprimir el día hasta la última actividad. Aun así, en comparación con años anteriores, la sensación es clara: la organización ha aprendido de ediciones previas. En unos 40 minutos, el flujo de acceso estaba completamente normalizado y la entrada se volvió fluida, aunque el visitante tuviera que superar ese ya clásico “laberinto” de vallas antes de pisar el interior del recinto.

Accesos bien resueltos, normas de acceso discutible

En lo relativo al acceso, el personal estuvo a un gran nivel. Lectura de entradas ágil, indicaciones claras y un trato correcto incluso en momentos de mayor tensión. Un punto a favor que conviene subrayar.

La controversia llegó justo después, en el control de seguridad. La revisión de bolsas —especialmente en lo referente a bebidas— fue la chispa que encendió cierto malestar entre los asistentes. Las normas eran claras:

  • no se permitían bebidas embotelladas,

  • sí bebidas en envases reutilizables.

El problema no fue tanto la norma como su percepción tardía por parte de muchos asistentes, que se enteraron de la restricción cuando ya estaban en el control. A partir de ahí, la sensación para una parte del público fue inevitablemente incómoda.

Desde un punto de vista constructivo, cabe preguntarse si esta medida era realmente necesaria. El perfil del visitante del Salón del Manga no acude precisamente por la oferta gastronómica, sino por las actividades, los stands y la programación. El servicio de comida y bebida debería funcionar como un complemento razonable, no como una obligación implícita. Es uno de esos detalles que, sin empañar el evento, sí merecen una revisión de cara a futuras ediciones.

Más amplitud… aunque los imanes siguen atrayendo masas

Una vez dentro, la sensación general fue positiva. A igualdad —o casi— de superficie respecto al año anterior, la percepción de amplitud fue mayor. Se respiraba mejor en los pasillos principales y el movimiento resultaba más cómodo.

Eso sí, donde hay merchandising, hay aglomeraciones. Las zonas de camisetas, figuras, stickers, llaveros y pequeños artículos volvieron a ser auténticos puntos de atracción. Normal, casi inevitable en eventos de esta magnitud.

Nada más entrar, Norma Editorial y Panini Manga marcaban territorio como grandes abanderadas del salón. Sus stands atraían colas constantes, con una base de lectores fielísima. Quizá ahí esté uno de los pocos “peros”: el tamaño sigue quedándose justo para la demanda real que generan, aunque la organización interna de los espacios fue eficaz.

Junto a ellas, nombres imprescindibles: Planeta Cómic, Ivrea, Babylon, Fandogamia, SEKAI o La Casa del Libro, cada una con su propio público claramente identificado. Todas aportando novedades, licencias y reediciones que confirmaron el excelente momento editorial que vive el manga en nuestro país.

Videojuegos: Nintendo juega en otra liga

Si hubo un despliegue que rozó lo abrumador, fue el de Nintendo. Su gran zona lúdica en el pabellón 3 se convirtió en uno de los epicentros del salón. Novedades como Metroid Prime 4: Beyond o Elden Ring – Tarnished Edition (en su versión presentada) atrajeron a jugadores de todas las edades.

Lo más destacable fue la gestión: muchos puestos, buena rotación y esperas razonables. Algo que en ferias de este calibre no siempre se consigue. Aquí sí.

Actividades imposibles de abarcar (y eso es buena noticia)

Nueve salas y escenarios funcionando de manera prácticamente continua convierten la programación del Salón del Manga en un auténtico dilema para el visitante: no se puede estar en todo. Y eso, lejos de ser un defecto, confirma que el salón ha alcanzado una madurez que ya no necesita demostrar su relevancia.

La actuación de AiNA THE END fue uno de los grandes momentos del Gran Escenario, congregando a una multitud entregada que cantó y bailó cada tema. Un ejemplo perfecto de cómo la música y el manga dialogan de forma natural en este tipo de ferias.

En un registro más participativo, el K-Pop Random Dance del Matsuri Stage volvió a marcar diferencias: espontáneo, vibrante y tan divertido para quienes bailaban como para quienes observaban. Este tipo de actividades refuerzan ese sentimiento de comunidad que define al salón.

Comer, descansar… y sentarse

El pabellón 5 albergó una zona lúdica bien estructurada, además del restaurante japonés. En el exterior, entre los pabellones 3 y 5, una amplia oferta de food trucks cumplía con creces su función.

El punto mejorable aquí es claro y repetido año tras año, faltan zonas de descanso. Las mesas son insuficientes y, tras jornadas que se extienden de 10:00 a 20:00, es habitual ver a asistentes sentados en el suelo. No es grave, pero sí cansado. Ver a decenas de personas sentadas en el suelo al final del día deja la sensación de que este punto lleva demasiados años sin resolverse.

Cosplay: el alma visible del salón

Y luego está el cosplay. Trajes que son auténticas obras de arte, horas de trabajo convertidas en identidad. Los fans persiguen —literalmente— a sus personajes favoritos para una fotografía, y los cosplayers responden con paciencia y complicidad. Es una de esas escenas que recuerdan por qué este evento funciona: porque se disfruta en común.

Balance final

El Salón del Manga de Barcelona sigue creciendo en aciertos. Año tras año muestra una evolución clara, más sólida, más consciente de su público. Con novedades editoriales constantes, una programación apabullante y una respuesta del público que vuelve a rozar el lleno absoluto durante los cuatro días, estamos ante uno de los eventos más importantes del manga a nivel internacional.

Con pequeños ajustes —especialmente en descanso y política de bebidas—, el salón no solo mantiene su nivel: lo refuerza.

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Rafa García
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