H.H. Holmes: El hotel de los horrores

27 mayo, 2025 por Luis Manuel Nieto

Hablar de H. H. Holmes es hablar de uno de los primeros asesinos en serie de Estados Unidos. Curiosamente, estamos hablando de una época donde coincidió con los crímenes perpetrados por otro monstruo suelto en Reino Unido, un tal Jack el destripador, ¿Os suena?

Empecemos por el origen de todo, como siempre me gusta hacer. Herman Webster Mudgett era su nombre real, nació en 1860 en Gilmanton (New Hampshire). Aun a pesar de lo que muchos creen por imágenes o recreaciones, H. H. Holmes era un hombre alto y apuesto, aunque quizás debamos comenzar por su juventud. Holmes solía ser bastante solitario a opinión de los que decían conocerlo, sobre todo sus propios familiares. También tenía fama de problemático, y como suele ser normal en la mente de un psicópata era cruel no solo con otros niños, sino también con animales, mostrando así esa superioridad sobre ellos. Si nos remontamos unos años atrás, cuando era tan solo un crio, Holmes solía sufrir de abusos por parte de sus compañeros de clase, aunque he de decir que desde mi punto de vista, de nada sirve que muchos asesinos en serie quisieran justificarse por tener dicha infancia o que sufriesen ciertos trastornos durante su etapa infantil. Que quizás ayude a despertar esa bestia o monstruo que existe dentro de ellos, puede, pero para nada son estas experiencias las que hacen que acaben siendo asesinos. Creo sinceramente, que dentro de estas mentes ya existía ese gen psicópata, y en algunos otros casos dicha sociopatía; y en el caso que nos toca abordar hoy, creo que H. H. Holmes era un monstruo desde el mismo instante que vino al mundo, tan solo hicieron falta que se diesen varios acontecimientos para despertar ese mal que residía en su interior. Sin abandonar la parte de su infancia, se sabe que dichos compañeros de clase le obligaron a tocar un esqueleto humano, para de algún modo intentar asustarle, pero ocurrió justamente lo contrario a lo que buscaban. Holmes se sintió atraído por ello, hasta el punto de fascinarle el tema de los cadáveres, llegando así a decidirse a estudiar medicina. Quería aprender todo lo que estuviese familiarizado con la muerte.

Unos años después, allá por 1884, consiguió graduarse, y he aquí cuando comenzó a adentrarse en ese mundo del cual ya no podría salir. Se dedicó a robar varios cadáveres de la propia universidad para experimentar con ellos, y no solo eso, también empezó a defraudar a las compañías de seguros cambiándoles su identidad. Aparte de este, consiguió defraudar de otras maneras, sobre todo cuando se vio que gracias a su atractivo era capaz de ganarse la confianza de las mujeres, por lo que aprovechó tal circunstancia para arrimarse a mujeres de gran riqueza. Fue así que dio con Clara Lovering, quien le costeó su carrera de medicina; y no solo eso, contrajo matrimonio con ella e incluso llegaron a tener un niño. Una vez pudo licenciarse abandonó a Clara para comenzar otra nueva relación con otra mujer acaudalada, quien poseía varios hoteles. También acabó arruinándola, para después volar a Nueva York y seguir engañando mientras ejercía de médico. Un año después decidió dejar Nueva York y probar suerte en Chicago, ciudad donde perpetraría sus crímenes más conocidos. A partir de este momento fue cuando utilizó por vez primera el sobrenombre de H. H. Holmes, según parecía ser se trataba de un pequeño guiño a Sherlock Holmes, el personaje que el propio Arthur Conan Doyle decidió inventar  dentro del mundo de la literatura sintiéndose inspirado por otro personaje literario, el señor Auguste Dupin, detective creado por el siempre gran Edgar Allan Poe. H. H. Holmes siguió con sus engaños a distintas mujeres, desplumándolas de toda su fortuna, hasta el año 1987, donde aprovecharía para tener una aventura con Melisa Holden, quien estaba viuda y poseía una farmacia; el ser una mujer bastante confiada le hizo darle la titularidad de la misma a Holmes, para después quedarse con todo el dinero de Melisa, y esta desapareció misteriosamente.

A partir de 1890 llegaría la leyenda que él mismo creó y la cual hoy conocemos. Gracias a todo el dinero que había logrado estafar, Holmes pudo conseguir su sueño, el de construir un gran hotel, el cual mandó construir justo al lado de donde tenía la farmacia la señora Holden. Comenzaron las obras, las cuales el propio Holmes se encargaba de contratar y despedir con bastante inmediatez a varias empresas, las cuales no llegaron a ver jamás un duro por su trabajo. De este modo, Holmes quiso conseguir algo que se había propuesto, ser el único en conocer todos los entresijos del hotel. Tenía un plan, y era un plan bastante maquiavélico. Este hotel se inauguró finalmente en 1893, coincidiendo así con la celebración de la Exposición Universal de Chicago, aprovechando así el boom de miles de turistas, sobre todo mujeres adineradas y solas. Finalmente, el hotel tenía un aspecto medieval, lo que muchos llegaron a tachar como si se tratase de una fortaleza tenebrosa, oscura, y quizás fuese esta la imagen que quiso darle el señor Holmes. El edificio constaba de tres plantas, más de 60 habitaciones, un sótano y 51 puertas. La planta baja parecía tener un aspecto bastante normal, como si se tratase de un lugar donde Holmes llevaba sus negocios, pero las plantas superiores y sobre todo el sótano, tenían un aspecto completamente distinto. No solo se encargó de colocar trampas, también fue capaz de construir escaleras que no llevaban a ningún lugar; laberintos dentro del propio hotel; habitaciones sin ventana; puertas correderas… H. H. Holmes había construido una trampa mortal para todo aquel o aquella que entrase en sus instalaciones, o mejor dicho, en su guarida. También se encargó de que las paredes tuviesen mirillas ocultas, desde las cuales pudiese observar a escondidas a sus víctimas, pero sobre todo disfrutar de como estas sufrían. Y os preguntaréis, ¿Cómo era capaz de saber en qué lugar se encontraban siempre sus víctimas? Sencillo; el mismo Holmes construyó una instalación eléctrica bajo el parqué del suelo, para así poder detectar cada movimiento. Otras estancias del hotel también estaban llenas de sopletes, los cuales se ocultaban en las paredes tras unas planchas de hierro. De este modo, Holmes siempre sabía en todo momento donde se encontraban sus huéspedes, encontrándose estos a merced de un asesino tan sádico, frio y calculador como era H. H. Holmes. Tan solo debía abrir las espitas de gas para que estos muriesen asfixiados. Se podría decir que quienes fallecían de este modo, de alguna manera eran afortunados, ya que Holmes también solía disfrutar haciéndoles sufrir mientras los torturaba, torturas que iban desde usar una prensa rotatoria que poco a poco trituraba los huesos de sus víctimas; también los colgaba de los brazos, bajándolos lentamente hasta un pozo lleno de ácido; o incluso la peor de las muertes posibles, que llegase a practicar autopsias mientras estos permanecían vivos.

Después estaba el modo en como se deshacía de los cuerpos; Tenía un montacargas y dos toboganes desde los cuales trasladaba los cadáveres hasta una bodega para después disolverlos en ácido sulfúrico o también reducirlos a polvo en un incinerador. También se dice que los sumergía en una cuba llena de cal viva.

Cuando Holmes vio que los beneficios bajaban considerablemente tras el fin de la Exposición, se le ocurrió la brillante idea de incendiar la segunda planta para así poder cobrar el seguro, aunque al ser descubierto tuvo que huir a Texas. Una vez allí pensó que sería bueno seguir estafando a la gente, pero no tuvo suerte, siendo detenido por primera vez. Holmes consiguió pagar la fianza y llevaría a cabo un engaño más, y esta vez sería el último, o eso creemos. Tiró de su cómplice, un tal Benjamin Pitezel, quien debía ayudarle a fingir su propia muerte, y así cobrar el dinero de la compañía aseguradora. Aquí, Holmes haría creer que su compañero había muerto, usando un cuerpo desfigurado, pero como al propio Holmes le podía la codicia, finalmente acabó con la vida de Pitezel y de su familia para no dejar cabos sueltos. Y todo parecía ir viento en popa, pero un antiguo compañero de celda de Holmes, a quien además le debía dólares de un anterior trabajo, decidió denunciarlo a la policía. De este modo comenzó una exhaustiva investigación, donde pudieron comprobar que no solo había usado varios nombres falsos para sus fraudes, sino que había cometido múltiples asesinatos. Todo comenzó a salir a la luz cuando coincidió con los numerosos desaparecidos que se dieron en Chicago mientras el famoso hotel se encontraba activo. Cuando decidieron al fin investigar el interior del hotel y sus estancias quedaron horrorizados con lo que allí encontraron, infinidad de restos humanos.

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    De izquierda a derecha: Benjamin Pitezel, Alice Pitezel, Nellie Pitezel, y Howard Pitezel.
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De izquierda a derecha: Benjamin Pitezel, Alice Pitezel, Nellie Pitezel, y Howard Pitezel.

En octubre de 1985 se dio el juicio contra H. H. Holmes, el cual tendría una duración de seis días. Holmes tan solo reconoció 27 asesinatos tras los interrogatorios, pero la policía fue capaz de al menos descubrir unos 200 cadáveres, una cifra que pone los pelos de punta. El propio Holmes, decidió ser su propio abogado defensor, aunque de nada le sirvió. Finalmente fue condenado a morir ahorcado. Y a partir de este momento nació otra leyenda; antes de morir en la horca, Holmes intentó mofarse de todos los allí presentes diciendo esta frase que ya es historia, «Nací con el Diablo junto a mi cama y siempre estuvo conmigo». No fue una muerte rápida, siendo lenta y agónica, permaneciendo colgado durante quince minutos en la soga. El mismo Holmes quiso que su cuerpo fuese enterrado bajo cemento, para así evitar que su cuerpo terminase siendo robado, o incluso ser mutilado post mortem. Hay varias voces e investigaciones que aseguran que Holmes, una vez más, pudo engañar a la justicia, logrando escapar de la muerte huyendo a Paraguay bajo otra identidad falsa, siendo uno de sus cómplices quien muriese por él en la horca, pero lo dicho, tan solo es una leyenda más que envuelve a este depravador ser. Leyenda que se hizo grande tras sus últimas palabras antes de fallecer, maldiciendo a todo aquel que se cruzó en su vida; pero ahí no queda la cosa. Ya que a partir de ese momento, dos semanas después de su supuesta ejecución, se dieron varias muertes misteriosas y hasta sospechosas, comenzando por uno de los que fueron testigos en el juicio, cayendo enfermo para después fallecer. Otros testigos que hubo en dicho juicio también empezaron a enfermar, muriendo días después; y lo que más extrañó pareció, fue ver como uno de los guardias de la prisión donde había estado Holmes, llegó al punto de suicidarse. Y eso no es todo, incluso una de las oficinas de la aseguradora que se encargó de investigarle, llegó a incendiarse. ¿Casualidad o realmente hubo algo más? Lo dejo a vuestra libre elección.

Y esto no es todo, ya que hay otro gran misterio en torno a la figura de H. H. Holmes, y es que varios investigadores llegaron a la conclusión o pusieron bajo sospecha que tanto Holmes como Jack el destripador eran la misma persona. ¿Cómo es posible esto? Os preguntareis; bien, lo primero de todo llama la atención el gran parecido que parecía existir entre ambos. Y aquí nos vamos al tataranieto de H. H. Holmes, un tal Jeff Mudgett, quien aseguraba que Holmes era el mismísimo Jack el destripador. Y es que dicha afirmación parece sostenerse debido a que lo investigó junto a una ex analista del FBI llamada Amaryllis Fox. Y es que dicha investigación pareció basarse sobre los escritos personales a modo de diario que Mudgett heredó de Holmes, donde el propio Holmes afirmaba haber sido participe de asesinar y mutilar a varias mujeres que parecían ser prostitutas en Londres. El propio Mudgett pudo creer que Holmes decidió viajar por tanto a Inglaterra, concretamente a Londres, donde habría perpetrado aquellos asesinatos, los cuales podrían ser los mismos que se le atribuyen a Jack el destripador; de ahí la teoría por parte de Mudgett y varios investigadores en creer que podría tratarse del mismo autor.

Me gustaría mencionar para los amantes de los videojuegos, que Dark Pictures decidió crear el título “The Devil in me”, donde se inspiraron en H. H. Holmes a la hora de crear la trama del propio juego, situándose en una réplica del “Castillo de los asesinatos” de Holmes, donde un equipo de realizadores documentales se verá envuelto en una situación escalofriante. Nada más que decir sobre este juego, ya que si queréis descubrir lo que esconde este “The devil in me” y vivir in situ a través de vuestro mando de la consola el universo que el mismo H. H. Holmes creó. No lo dudéis más y haceos con este título. No os defraudará a los amantes del género del thriller y terror.

Bien, hasta aquí esta oscura historia, la de H. H. Holmes, uno de los primeros asesinos en serie de EEUU. Espero que hayáis disfrutado con este artículo, y como siempre, si os ha gustado y queréis dejar algún comentario, estáis en vuestra casa.

 

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