El dragón de Sant Jordi: Monstruo a derrotar o símbolo malinterpretado

23 abril, 2025 por Rafa García

Cada 23 de abril, en Cataluña y otras partes del mundo, se celebra el Día de Sant Jordi con rosas, libros y una historia que parece grabada a fuego en el imaginario colectivo: un caballero heroico vence a un dragón feroz para salvar a una princesa. Un relato con todos los ingredientes del mito caballeresco, ideal para cuentos infantiles y gestas heroicas.

Pero ¿y si todo lo que creíamos saber estuviera equivocado? ¿Y si el dragón no fuera el villano de esta historia, sino la víctima de una narrativa escrita por vencedores?

En este artículo, nos adentraremos en los oscuros pliegues de la leyenda para poner en tela de juicio el papel del dragón. Porque tal vez el verdadero monstruo no escupe fuego… sino palabras.

 

La historia oficial: un caballero, una princesa y una bestia

Según la leyenda popularizada durante la Edad Media, el dragón atemorizaba a una población entera. Para calmar su ira, los ciudadanos le ofrecían sacrificios humanos. Un día, la elegida es la princesa. Cuando todo parece perdido, aparece Sant Jordi, caballero de fe inquebrantable, quien mata al dragón y salva a la doncella.

Del cuerpo inerte de la bestia brota un rosal, del cual el héroe corta una rosa para ofrecérsela a la joven. Final feliz.

Pero… ¿qué no cuadra aquí?

El dragón como símbolo ancestral

Mucho antes de que la leyenda cristiana se impusiera, el dragón ya existía. En culturas antiguas, el dragón era una criatura sabia, protectora, a menudo asociada a la fertilidad, la tierra y el equilibrio natural.

  • En el folklore asiático, los dragones eran protectores de los elementos, guardianes de ríos y montañas.
  • En las mitologías celtas, escandinavas y sumerias, los dragones eran a menudo símbolos de transformación o guardianes de secretos arcanos.
  • En Cataluña, existen relatos antiguos donde los dragones aparecen como entes telúricos, conectados con cuevas, agua y conocimiento.

Entonces, ¿cómo pasamos de símbolo sagrado a enemigo público?

Reescribiendo la historia: el dragón como chivo expiatorio

Las religiones monoteístas, al expandirse, transformaron muchos de estos símbolos en amenazas a destruir. La serpiente y el dragón, como representaciones de lo arcano, de la sabiduría pagana o femenina, fueron demonizados.

Sant Jordi, figura asociada a la cristiandad, no solo mata a una criatura mitológica. Simboliza la victoria de la nueva fe sobre las creencias antiguas. El dragón representa lo salvaje, lo desconocido, lo no cristiano… por tanto, debe ser eliminado.

Bajo esta lectura, la leyenda se convierte en una alegoría de colonización cultural:

El caballero no salva a la princesa, la despoja de su libertad simbólica al vencer al dragón que custodiaba los antiguos misterios.

¿Y si el dragón defendía la tierra?

Imaginemos por un momento una narrativa distinta:

  • El dragón no exige sacrificios, sino que es el guardián de una fuente sagrada.
  • Los humanos, codiciosos, desean controlar esa fuente, pero la criatura lo impide.
  • El caballero es un invasor enviado para “liberar” los recursos.

Esta interpretación resuena con los conflictos ecológicos y sociales actuales: donde los protectores de los bosques o ríos son retratados como radicales o enemigos, mientras que los que buscan “civilizar” o “desarrollar” son vistos como héroes.

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El verdadero monstruo

La figura del dragón en Sant Jordi representa muchas cosas:

  • El Otro.
  • La naturaleza indómita.
  • Las culturas ancestrales.
  • Lo femenino salvaje.
  • Lo mágico y arcano que no puede ser comprendido con lógica.

 

Matar al dragón es un acto simbólico de sometimiento de todo lo anterior. Y quizás eso es lo más perturbador de esta historia: que llevamos siglos celebrando una gesta que oculta una destrucción simbólica del equilibrio con la naturaleza, de los misterios femeninos, y de la magia como forma de conocimiento.

Reconciliación con el dragón

En tiempos en que el mundo clama por nuevos mitos y símbolos que nos reconcilien con la Tierra, con lo oculto y con nosotros mismos, ¿no es hora de reescribir la historia? ¿Qué pasaría si Sant Jordi no matara al dragón?
¿Y si, en cambio, entablara un pacto con él?
¿Y si la princesa fuera la mediadora entre dos mundos y no una simple prenda de victoria?

Una nueva rosa, un nuevo relato

Este 23 de abril, cuando regales un libro o una rosa, recuerda que detrás de cada historia hay múltiples versiones. Y que tal vez, al fondo de ese rosal que crece de la sangre del dragón, aún late un corazón olvidado que merece ser escuchado.

 

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Rafa García
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