Rumor, el silencio del secreto.

23 de abril de 2022 por Gemma N. Escarp

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Gemma N. Escarp

Tras caminar por un largo pasillo a oscuras y doblar un recodo, Rumor llegó a una pequeña cámara. El lugar estaba completamente en penumbra, apenas alumbrado por una luz titilante, proveniente de un cuenco con arena luminosa, que estaba sobre una caja destartalada. Por eso mismo, por la falta de luz, no se distinguía nada de lo que había en el fondo del habitáculo. Pero el ladronzuelo no tenía miedo, se adentraba en las sombras decidido. Conocía muy bien aquel recóndito agujero.

—¿Mamá estás ahí? —preguntó resuelto—. Ya he vuelto.

Una tos le llegó primero seguido de una bella voz aterciopelada.

—¿Hijo? —le contestó aquella voz—. Mi hijo amado, ven, acércate. Te he echado muchísimo de menos, mi pequeño. ¿Dónde estabas? ¿Por qué tardabas tanto?

—Lo siento mamá, hoy no he podido traerte nada de comida. He tenido una mañana muy ocupada.

—¡Oh cielo mío! No te preocupes por mí. Me las apaño bien.

Rumor miró hacia el lugar de la vela y puso una mueca de tristeza. Allí, en otro cuenco diferente al de la luz, seguía estando la comida del día anterior, sin tocar. No comía nada desde hacía días. Pero él no dejaría de intentarlo hasta que su madre volviese a tener hambre.

—Pero mami, yo solo quiero que te pongas buena —protestó el niño—, que vuelvas a ser como antes. Necesitas comer.

Un crujido de áspera ropa se dejó oír. Era la madre de Rumor que intentaba incorporarse desde el catre en el que permanecía tumbada.

—De verdad, no te preocupes, me pondré bien muy pronto.

El pillastre, listo como era, no las tenía todas consigo, pero quería creer en sus palabras como nunca. Necesitaba creer en ellas, que aquello tan solo fuese una etapa, de un mal momento.

—¿Puedo descansar a tu lado? —le preguntó finalmente el chiquillo.

—Pues claro mi vida, ven, túmbate conmigo un ratito —le contestó su madre.

Rumor se estiró junto a ella y aspiró. A pesar de las vicisitudes que vivían, de aquel lugar sombrío en el que se encontraban escondidos del mundo, de las humedades que chorreaban por las paredes y de todo, que era mucho más lo que tenían en contra que a favor, su madre siempre se las apañaba para oler bien. Un olor suave, dulce, a flores, como solo una madre podía oler. Hacía largo tiempo que estaba muy enferma. Le acarició la muñeca. Unas manchas oscuras, negras como un abismo, se le estaban extendiendo por toda la piel. Cada vez parecía menos ella. La estaban consumiendo. A veces le costaba mirarla. Ella lo sabía, por eso prefería permanecer entre sombras para no incomodarlo. En realidad, siempre la había conocido con aquellas manchas y parecía que al principio no la afectaban mucho, hasta que llegaron a Sirquemón. Empezaron a expandirse. Había cambiado tanto… Rumor echaba de menos su risa, sus cuidados, sus enseñanzas,… hasta sus riñas las añoraba. La vida se le iba y no podía soportar verla así, en un rincón tirada, siendo apenas un saco de huesos. Tan linda que había sido…

—Mamá, lo arreglaré. Luego iré a por más.

—No, no, no te arriesgues. Las calles no son seguras. Quédate aquí, conmigo.

—Pero mamá… no tardo. Así tendrás comida fresca y te pondrás bien antes.

Entonces su madre se incorporó un poco, lo que le dio la pista a Rumor de que se iba a poner en plan serio.

—¿No estarás cometiendo maldades por ahí fuera verdad?

Menos mal que estaban a oscuras, porque el pequeño ladronzuelo se puso rojo. Ella siempre había sido de trato y costumbres impecables. Hasta su forma de caminar parecía de princesa. Si supiera ella que robaba para subsistir, no se lo perdonaría nunca.

—¡Noooo! Ya sabes…, solo hago los recados que me encargan algunos mercaderes —le dijo. Muy avergonzado por mentirle.

-¿Y te pagan con comida a cambio? —le preguntó ella.

—Sí, eso hacen.

Un silencio incómodo se prolongó. Rumor estaba convencido de que su madre sospechaba que no le decía la auténtica verdad. Pero él también sabía que ella le estaba ocultando cosas, como la de que se estaba muriendo. ¿Cómo podía ser, que entre dos personas que se querían tanto, se mintiesen? Y otra cosa, ¿a dónde iba su madre cuando él se dormía? Un día despertó y ya no estaba. Trató de buscarla, pero no logró dar con ella. Intentó seguir su fragancia, pero pronto la perdió. Aquella zona del subsuelo era un auténtico laberinto y encima, medio derruido. Desde entonces, no dormía bien ninguna noche, pensando.

—Está bien —dijo finalmente su madre—. Ves a buscar más comida, pero primero descansa un ratito. Lo necesitas.

Y para quién aún no se haya percatado, ese era el segundo gran desconsuelo de Rumor. Su madre.

4/5

Comentarios

  1. Francisco Lopez dice:

    Qué buena pluma. Me encanta tu estilo de narración. Enhorabuena.

  2. Yolanda dice:

    Aiiiix !!!!!! Que tonti estic….la valoració es 5 estrelles peró el meu dit no fa el que li dicta el meu cervell

  3. Pack Oh! dice:

    🎼Se oye un Rumor por las esquinas,
    que anuncia que va a llegar, el dia en que todos los hombres, a E*****s conoceráaaan.🎼
    (Cantar al ritmo de “Rumor”, una canción de Triana).
    Maravilloso spin off, o spin out, o lo que sea.

  4. Isabel dice:

    M’agradat molt Gemma , enhorabona

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